“¡Gloria a Dios en las alturas, Y en la tierra paz, buena voluntad Dom. 06 para con los hombres!”
Lc. 2:14
Está claro que Jesús no nació el 25 de diciembre: la mezcla con el día del “Sol invicitus” en la Roma antigua; la dificultad de que en diciembre estuvieran los pastores al raso con las ovejas; el cambio del calendario… no coinciden con la probable fecha del nacimiento de nuestro Señor. Más bien, parece que intentaron tapar el célebre culto al Sol, con la venida de nuestro Señor al mundo. Cosa no poco rara, pues a los hombres les resulta muy difícil dejar su costumbre paganas, y por eso la iglesia optó por seguir con la fecha, pero con significado cristiano. Quizá por eso, la actual Navidad, es el intento inverso de sustituir el nacimiento de Jesús, por una fiesta, que nada tiene que ver con la sobriedad y piedad que sería exigida. Sólo el recuerdo de algún villancico, nos hacer pensar en aquel niño, esperanza y salvación para el mundo. Incluso la tradición cristiana en esta fecha, se ha reducido a algún tipo de culto especial de baja participación en el local de la iglesia; pues muchos cristianos, olvidándose del significado trascendental de esta fiesta, se lanzan una suerte de lujuria de compras y excesos alimenticios, que no recuerdan en absoluto el portal de Belén. Esto debe cambiar.
Estos días deberíamos celebrar el nacimiento de Jesús y que mejor manera, que reuniéndonos, juntos todos, delante de ese portal de Belén; en alabanza y adoración; recordando con cariño, aquel notable momento, en que la carita sonriente de un niño, nos anunciaba que…: “…el reino del mal ha acabado.” “Ahora toca el cántico alegre de la victoria y la esperanza.” Fue y será en nuestros corazones, una noche de paz, una noche de amor. Así que la pregunta es la siguiente: ¿cómo piensas celebrar esta Navidad? De la respuesta a esta cuestión, se responde si la fiesta será sobre Jesucristo nuestro Señor, o más bien de “Mitrha” el dios sol de la Roma antigua. Un recuerdo de nuestro Dios, o un recuerdo de nuestra vieja manera de vivir. Os animo a uniros a Bach, en el inicio de su oratorio de Navidad: “¡Alegraos, cantad felices! ¡Alabad este día! ¡Alabad lo que ha creado el Altísimo! ¡Abandonad el temor y las penas! ¡Cantad alegres! ¡Alabad sin fin! Adorad al Altísimo cantándole a coro:¡Todos adoramos tu nombre, Señor!
Pr. Luis Antonio de la Peña