“Y creó Dios al hombre a su imagen, a imagen de Dios lo creó; varón y hembra los creó. Y los bendijo Dios, y les dijo: Fructificad y multiplicaos; llenad la tierra, y sojuzgadla,”
Gen. 1:27-28a
Cuando España se veía inmersa en lo peor de la crisis, muchos jóvenes emancipados -que habían salido ya de su casa para independizarse-, se vieron obligados a volver con su familia. Incluso parejas ya casadas, con sus hijos, tuvieron que ir a vivir a la casa de los padres ya jubilados, pues perdieron sus apartamentos y casas. Fue la familia y sus diversos componentes, los que sirvieron de colchón, para amortiguar la dureza de esta crisis; mostrando de nuevo aún, que es en esta institución, donde siempre se encuentra esperanza en un mundo egoísta como en el que nos ha tocado vivir. Por eso, Dios, en su infinita sabiduría, creó este complejo sociológico, que sirve de protección desde la cuna, hasta el funeral. Por eso es tan importante defender la familia de los ataques que se reciben desde todos los lados. Un capitalismo feroz, que desnaturaliza al ser humano, convirtiéndolo en un mero consumidor, que da prioridad al dinero y al trabajo, que al mismo individuo. O una izquierda utópica, que ve la realidad social en el individuo, y no en la familia, dando prioridad a la realización individual, que a la generosa entrega materno-paterno- filial, que implica el desafío de esta poderosa institución. El cristiano debe tener un concepto claro de la familia. Y un concepto claro, quiere decir un desarrollo bíblico de nuestra forma de pensar sobre el tema. Lo primero -aunque no es la moda- la familia necesita de un padre y una madre. Esto es lógico, porque la misma naturaleza así lo exige. Aunque se hacen esfuerzos para no seguir esta pauta, buscando la paternidad o la maternidad de forma individual, y no en el contexto de la pareja. No sólo debe tener un padre y una madre; debe haber hijos, pues son bendición de Dios y sin ellos la especie no podría permanecer. Por tanto, el ámbito bíblico de la familia, son los padres, hijos y familia amplia que son parte de nuestra sangre. Esta institución es desarrollada, desde el punto de vista bíblico, en la comunidad de Dios. Familia que tiene como padre a Dios mismo. Esta familia -la de Dios- y nuestra familia, serán ideales, cuando comparten los mismos intereses, y eso es lo que Dios proyecta para nosotros. Ser una comunidad de familias, que a su vez es una única familia, alrededor de su Santa Palabra.
Pr. Luis Antonio de la Peña